(Anecdotario)
Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde
En cuanto salimos de ahí, ya veníamos planeando lo que haríamos de inmediato para reunir dinero. En una de las visitas del Gral. Caballero Aburto a Ometepec, ya siendo gobernador, nos ofreció que si reuníamos una cantidad considerable de dinero, el gobierno del Estado se comprometía a darnos una cantidad tres veces mayor. Ante tal perspectiva, rápidamente nos dimos a la tarea de recaudar fondos, por lo que llevamos a cabo tres rifas de artículos para el hogar, tales como refrigerador, estufa, y una máquina de coser.
Iniciamos nuestra tarea sin un solo centavo, pidiendo a crédito en una pequeña mueblería que acababan de instalar y en cuanto obtuvimos el dinero se pagaron los muebles. Entre esto y las aportaciones de los padres de familia, logramos reunir la cantidad de 10 mil pesos. Tomando en cuenta lo que el señor Gobernador nos había ofrecido, depositamos ese dinero en la pequeña sucursal de un banco que representaba el señor Manuel Utrilla (padre de nuestro coterráneo Manuel Utrilla Pérez) a un costado de su negocio que era una tienda de ropa muy fina, por cierto; obtuvimos un cheque por la cantidad mencionada y esperamos pacientes la próxima visita del gobernador Caballero, para enseñarle el documento que acreditaba la cantidad que habíamos reunido.
Estábamos seguros que con treinta mil pesos más el edificio quedaba terminado, pues esos eran los cálculos que nos había hecho el arquitecto. Se llegó el momento de mostrar los diez mil pesos y se ratificó el anterior ofrecimiento, pero pasaban los días y no veíamos nada en claro. Los padres de familia comenzaron a rehusarse a darnos su ayuda, puesto que no veían el avance. Y los comentarios mal intencionados no se hicieron esperar; fue entonces cuando mi esposo, opinó que debía construirse la cancha deportiva dentro de la escuela en el lugar que ya se tenía destinado para ella, con la intención de que esta fuera utilizada para organizar bailes, los cuales nos harían obtener más dinero.
En un principio, esto no fue del agrado de algunos padres de familia y comenzó a haber diferentes opiniones, sin comprender que la finalidad de esto era única y exclusivamente obtener el recurso que nos hacía falta. Finalmente accedieron y se construyó la cancha, y en cuanto estuvo terminada se organizó el primer baile, que fue la coronación de la ‘’Reina del Estudiante’’, evento que se llevó a cabo por primera vez en nuestra tierra, y la señorita Esperanza López Carmona, fue quien ostentó ese título.
El baile resultó ser todo un éxito. Obtuvimos una buena ganancia y por tal motivo programamos el próximo baile para dos meses después y para finalizar el año, organizamos algo superior: decidimos contratar a un buen conjunto musical de la Ciudad de México, ya que siempre fue muy popular el baile del Año Nuevo. Nuevamente mi esposo, que era quien daba estas ideas, emprendió el camino hacia la capital de la República, para contratar a un grupo rockanrolero, que
era lo que estaba en pleno apogeo en esos años. Tuvo la suerte de que amigos de la familia que vivían allá, conocían a algunos grupos de moda y contrató a uno de ellos, que traían a una bailarina muy guapa y que gustosos aceptaron la invitación., pues el compromiso fue que se les pagaría un día con su noche en Acapulco, viaje en avión de Acapulco a Ometepec. Una muy grata estancia en el bello nido, de dos días, con excursión al arroyo de Talapa. Invitamos a varias muchachas que felices de la vida aceptaron a convivir con los rockanroleros traídos de la Ciudad de México.
Unos mese después mi esposo fue nuevamente a la Ciudad de México, para ver que otra atracción podría contratar para presentarla en Ometepec, y seguir reuniendo dinero. Fue entonces a un mago que por esos días se estaba presentado en México, a quien se le ofreció el 50% de lo que se recaudara, si aceptaba presentarse en mi pueblo. Se arregló todo para esta presentación en el foro del Cine Tropical y también obtuvimos una muy buena ganancia por este evento, mismo que se presentó dos veces por la buena aceptación que tuvo. En Ometepec jamás se había presentado un espectáculo de estos; nunca había visto que alguien apareciera una paloma de una mascada, o un conejo de un sombrero. Tampoco habíamos visto manejar las cartas de la forma en que lo hacía el mago Lafarga, y menos aún, que una persona que fuera encerrada en un baúl bajo siete llaves, apareciera en el otro extremo del foro.
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