viernes, 20 de junio de 2014

RECORDANDO MÁS Y MÁS

(Anecdotario)

Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde

Pero conforme fue porlongando sus etapas de borrachera, se fue desconectando del oficio de mesero y sus relaciones públicas se fueron acabando, por lo que se vio obligado a regresar a su trabajo de cobrador en las camionetas permisionarias que salen de Ometepec a los pueblos vecinos. Muy singular es la forma en la que se viaja en estos vehículos, en los que quienes caben en las banquitas, pues van bien sentados, pero en el espacio de en medio se acomodan los que pueden, apretujándose unos contra otros como si fueran sardinas en latadas. Por lo general, Chicaluz se colocaba en la parte de atrás, en el estribo, donde apenas si cabía su corpulenta figura y un mal día la camioneta dio un fuerte arrancón y cayó de espaldas sobre el pavimento, pero fue tan brutal el golpe, que su muerte fue instantánea. Ahí terminó la vida de Gildardo Rodríguez ‘’Chicaluz’’, quien se sintió tan a gusto en Ometepec, que hasta pensó en contraer matrimonio (en uno de esos años de ‘’gloria’’ para él, cuando era solicitado como mesero para los bailes más importantes del pueblo). Recuerdo que cuando me lo comunicó, lo hizo en presencia de uma amiga mía, la que le preguntó que con quien pensaba casarse y Chicaluz contestó muy entusiasmado que era una pobre muchacha que por necesidad trabajaba en La Viborita, pero que le había pedido que la ‘’sacara de ahí’’ y se casaría con él. De un salto mi amiga saltó de la hamaca donde se hallaba recostada, para decirle: ¿Pero que ejtaj loco tú? ¿Cómo te vaj a casá con una de esaj mujerej que todaj ellaj padecen piorrea? Vaj a vé te la van a pegá luego, luego y vaj a cabá tuj diaj con esa enfermedá ¡bújcate una muchachita bien que ejte límpia, tantaj que hay en el pueblo!. Mi pobre amiga estaba confundiendo ese padecimiento con otro que era muy común en esa época, pero como le sonó parecido el nombre, dio el consejo con la mayor sinceridad del mundo.
Y ahora toca hablar del gran amigo Febronio Pachuca. El nació y vivió en Ometepec hasta los doce años, edad en la que abandonó nuestra tierra para trasladarse al puerto de Acapulco, buscando en qué trabajar. A este paisano no le gustó ni estuvo en sus planes ir a la escuela y cuando emigró del pueblo era un analfabeta. Tuvo suerte de encontrar trabajo en la casa de la familia del Lic. Alejandro Gómez Maganda, quien por esos años era un niño muy chico aún, al que se dedicó a cuidar Febronio. Con esa familia duró como tres años, trabajando en los oficios que se le encomendaban. Tuve la oportunidad de corroborar la veracidad de este pasaje, ya que cuando don Alejandro fue gobernador de nuestro estado, en su visita a Ometepec, mandó a buscar a Pachuca y durante el tiempo que duró el Lic.Maganda en la gubernatura, Pachuca gozó de un empleo. Antes de seguir con su historia, quiero hacer mención a la forma en que se expresaba de don Alejandro, cuando tuvimos conocimiento de que él sería el gobernador: Pachuca no cabía de gusto ¡y cómo no! Si era su gran amigo., según decía él, pues aunque había sido sólo un trabajador de ellos, a él siempre lo trataron como de la familia, y Febronio estaba más que dispuesto a reclamar ese afecto, por lo que feliz, comentaba ‘’Yo nomá vo’á esperá que Alejandro se siente en la silla pá’í a verlo’’.
Febronio Pachuca hablaba más mocho que cuando salió de su tierra y explicaré las razones:. Cuando se hallaba trabajando en casa de los Gómez Maganda, que sería por los años de 1910 o 1912, tuvo la oportunidad de enrolarse en un barco con bandera estadounidense. Claro con su escases de conocimientos, en lo único que pudo colocarse fue como limpiador de pisos y platicaba que fregaba pisos todo el día, pero que sabía hacerlo tan bien, que pronto lo ascendieron a ‘’fogonero de barco’’. ‘’Trabajé como jogonero de barco pero en un año ya era yo dijpensero de barco’’.

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