(Anecdotario)
Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde (+)
De todas formas el peligro acechaba. El grupo dispuesto de atacar a los supuestos comunistas era cada vez mayor. Mi esposo, angustiado por estos acontecimientos fue por segunda vez al Hotel Guadalupe, para tratar de convencer a estas personas que salieran del hotel y se pusieran a salvo en un lugar más seguro, ya que la multitud enardecida no escucharía razones. A Tanta insistencia, se logró que salieran del hotel y fueran a refugiarse al cuartel que comandaba el Gral. Monroy, y que se encontraba ubicado en la casa, qué en décadas anteriores perteneció a la señora Rosa Trani Añorve; después a don José Antonio Almazán y su ubicación es en la esquina de la Calle Aurelio Ibarra (la calle de la Escuela ‘’Vicente Guerrero’’).
Acababan de salir los seis estudiantes con su maestro, cuando ya la multitud había invadido el hotel, gritando desaforadamente ‘’¡Mueran los comunistas!’’. Por desgracia, en ese preciso momento salió de su habitación el señor Taboada, inspector de la Singer, que había ido por unos documentos para continuar su trabajo con nosotros, cuando la bola de revoltosos al ver al forastero, se abalanzaron sobre él con la intención de acabarlo a golpes.
Al darse cuenta las señoritas Sandoval, propietarias del Hotel Guadalupe, que ya lo traían en el aire, comenzaron a gritar desesperadamente.
- ¡Nooooo! ¡Noooo! ¡Ël no es de los comunistas!..¡déjenlo por favor, él no es comunista!.
Afortunadamente al escuchar los desesperados gritos de las señoritas Sandoval, lo soltaron con coraje cayendo le pobre hombre entre las piedras del patio. Y de inmediato la multitud, comenzó a salir del hotel visiblemente indignada, porque no habían logrado su cometido. Mientras toda esa gente se amotinaba en el zócalo, el señor Taboada, sumamente golpeado, tuvo que recorrer el trayecto del hotel hasta nuestra casa, pretendiendo continuar su trabajo lo que fue prácticamente imposible pues el borlote seguía en el zócalo.
Los sacerdotes Bello y Lluvias arriba del kiosko, motivaban a las gentes a luchar para que ‘’El Comunismo no se quede en Ometepec’’. Recuerdo muy bien que el padre Lluvias, el cual portaba un sobre-todo blanco, al girar de un lado a otro le volaba la vestimenta y se me figuraba el cura Hidalgo.
Ese domingo, mi esposo vestía una playera roja y como era natural nos asomábamos de vez en vez para seguir a detalle el curso de los acontecimientos, por el hecho de que él había tratado de ayudar a esas personas. En una de esas, en cuanto nos vieron asomándonos comenzaron a gritar ‘’¡Valverde comunista! ¡Tú fuiste a sacarlos! ¡Quítate esa playera roja, porque si no, vamos a seguir contigo’’-
Por supuesto que esto a mi esposo, más que miedo le provocó risa.
Y siguieron los gritos:
-¡Valverde, camisa roja! ¡Eres comunista igual que Luis Gil, Mario Castillo y todos los que trabajan en la escuela Secundariaaaa!!.
El borlote ya se había convertido en una divertida comedia, hasta que comenzó a oscurecer, se les fue acabando la batería y comenzaron a retirarse poco a poco. Al otro día, en casi todas las casa de Ometepec, aparecieron leyendas como ‘’¡Este hogar es católico, no aceptamos Comunismo’’. Otros decían ‘’¡Comunismo, NO!’’, y otros más ‘’La Virgen de Guadalupe es nuestra reina’’.
Los estudiantes, resguardados por el propio Gral. Monroy y los soldados, fueron llevados hasta el campo de aviación para que volaran rumbo a México, olvidándose de los estudios que querían realizar en nuestro bello nido, que ningún recuerdo grato les debe de haber dejado.
Pasaron unos dos o tres meses, y cuando todo este bochornoso episodio parecía haberse olvidado comenzó el rumor de que en el pueblo andaban unos agentes de Gobernación, haciendo una minuciosa investigación, para conocer los detalles de lo que había sucedido. Y unos días después, la noticia era que al padre Félix Bello le había llegado un citatorio para que se presentara a la agencia del Ministerio Público.
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