sábado, 6 de septiembre de 2014

Recordando más y más

(Anecdotario)
Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde (+)

En esos días se llevaba a cabo una auditoría en la agencia Singer a cargo de mi esposo, y la persona que la estaba practicando se hospedaba en el Hotel Guadalupe. Hago mención a todo esto porque el señor Taboada, que era el nombre del inspector enviado por la compañía Singer, fue parte importante del acontecimiento que enseguida les relataré.
A medida que transcurrían los minutos, el ánimo de las personas que se encaminaban hacia la iglesia iba tornándose exasperado. Llevaban en las manos palos, ladrillos, varillas, etc. al tiempo que gritaban ‘’Viva Cristo Rey’’ ‘’Muera el Comunismo’’ ‘’Vamos a acabar con ellos’’
Nos llamaron mucho la atención los gritos amenazantes y las consignas, pero ni mi esposo ni yo teníamos la menor idea de qué o quién había provocado tal exacerbamiento. Para salir de dudas les preguntamos a unas de las personas que pasaron bien ‘’armadas’’ y nos informaron que el Párroco Félix Bello había estado exhortando a los fieles en cada una de las misas del domingo, para que en la tarde se reunieran en el atrio de la iglesia y de allí partieran, cruzaran por el viejo mercado dando la vuelta en la casa que fuera del Güero Vázquez, bajando toda esa calle de la familia López Carmona, hasta llegar al Barrio de San José y de ahí dar vuelta para salir al Tancón y tomar la calle derecha, con la encomienda de ir recogiendo en el camino, cuanta piedra o cualquier objeto que pudiera servirles para el ‘’ataque’’ que pensaban llevar a cabo. La idea era llegar al Hotel Guadalupe y desde ahí y sin ningún miramiento, acabar con los ‘’comunistas’’ que ahí se hospedaban.
La falsa información que al sacerdote Bello le habían llevado, ocasionó todo este movimiento. Todo fue urdido por ciertos paisanos ometepequenses y aquí va la historia que comienza con una carta que supuestamente se le había caído al cartero sin que este se diera cuenta, y muy oportunamente uno de los alborotadores la había encontrado y en lugar de entregarla al destinatario , decidió enterarse de qué se trataba.
Claro que como esa carta no existió jamás; bueno, esa fue una falacia, pero sí existía la que ellos mismos escribieron y la entregaron al sacerdote para sorprenderlo. La dichosa carta hablaba de una relación entre el LIc. Lombardo Toledano y Macrina Rabadán, con el Profr. Luis A. Gil, que en esos días fungía como agente del Ministerio Público por ministerio de Ley. Los otros dos personajes que supuestamente tenían relación con el Comunismo era el Dr. Efrén González Luna y el Profr. Roberto Sánchez Vega. El primero era director del Centro de Salud y el segundo era director de la Escuela Secundaria Cuauhtémoc, de ahí que lo que pudimos entender una vez que había pasado el conato de linchamiento, que los que habían urdido el perverso plan, pretendían ocupara los puestos que ocupaban el Profr. Luis, el Dr. González Luna y el Prof. Sánchez, y que no habiéndoseles ocurrido otra manera de desprestigiarlos y que fueran despedidos de sus trabajos, pensaron en acusarlos de ‘’comunistas’.
El padre Bello y el padre Lluvias, una vez convencidos de que los ‘’comunistas’’ estaban hospedados en el Hotel Guadalupe, iniciaron la marcha hacia ese lugar de la manera que antes relaté. Para esto, las víctimas de este complot no eran más que un grupo de seis estudiantes y Arqueología y Antropología, quienes acompañados por unos maestros, para hacer en ella importantes estudios relacionados con sus respectivas Carreras.
Había en el grupo 3 señoritas las cuales asistían a oír misa, e inclusive a confesarse pues pertenecían en la Ciudad de México a la Acción Católica, congragación que existía hace unas décadas. Por esta razón, cuando nos enteramos lo que pretendían hacer con ellos, mi esposo, muy preocupado, se dirigió al Hotel Guadalupe para ponerlos sobre aviso. Como el que nada debe, nada teme, muy quitados de la pena alegaban que no tenían nada que ver con los señalamientos que les hacían. Es más, las señoritas alegaban que ellas llevaban buena amistad con el padre Félix Bello, con quien se habían identificado como personas muy católica e integrantes de la Acción Católica en la ciudad capital.

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