(Anecdotario)
Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde (+)
Una anécdota más cuenta que allá por la comunidad de Barajillas, se murió un anciano cuya nieta ya nomás lo soportaba porque no le quedaba de otra. Cuando el abuelo de murió, lo sepultaron previo el velorio y todo el ritual que se acostumbra sobre todo en esas comunidades afromestizas. Unas semanas después la nieta se encontró con uno de los amigos de su difunto abuelo y este al verla comenzó a interrogarla.
-¿Cómo ej que se murió mi compadre Tacho y no lo supimoj hajtora?...por eso dije guá a preguntále a su ñeta… dime mija ¿De qué murió pue?-
Alzando los hombros y con cierta actitud de fastidio, la negrita le respondió.
-Adió de que máj va a morí pue, ¡de juallecimiento!.
O de aquél otro señor afromestizo que murió y durante el velorio le preguntaron a una de las acompañantes:
-¿Y de qué murió el tío Lencho, puej?-
La interpelada respondió con desgano.
-Ese murió de juajtidio.
-¡ora! ¿De Juajtidio?
-¡Si, ej que era juajtidioso!.
Son tan peculiares los velorios en mi tierra, que incluso se acostumbraba hace algunos años que cuando llega la media noche y ya los dolientes están agotados y ya pueden ni llorar, hay gente que vigila que el ambiente de dolor no disminuya y entonces se ocupa de ordenar.
-¡Shh Tú, manda a buscá la música de la Guadalupe o de la Cruz Grande pa’qué empiecen a tocá, porque ejto ejtá máj trjste…ira ni quien llore…en cambio cuando empiecen a tocá el Dioj Nunca Muere, lueguito empiezan loj llantoj de nuevo. Y en efecto, en cuanto llegaba la banda y con los primeros acordes de cualquier vals, pero en especial del Dios Nunca Muere, comenzaban los ayes de dolor con decibeles muy altos.
Viene a mi memoria que allá por los años treinta, era muy popular y conocido un señor de nombre Melitón Cortázar, quien consagró su vida a la música y desde luego formó su grupo musical que era en ese entonces, uno de las más famosos. Siempre se prefería a este grupo especialmente para los velorios ¡ah! Porque en verdad que tocaban música –me atrevo a decir que media macabra- pues si se escuchaba a media noche cuando uno dormía, se ponía medio tenebroso el
ambiente. Era un tipo de música que además se escuchaba de un barrio a otro y nos provocaba acurrucarnos en nuestra cama tapándonos los oídos para ya no escucharla más.
A la hora de salir rumbo al panteón para el entierro, las personas se acomiden a recoger los floreros y caminan detrás del féretro llevándolas en las manos. Las coronas se suben a alguna camioneta. Otros levantan con mucho cuidado, todo lo que se haya usado en el adorno del funeral: clavos, mecates, etc. No debe quedar absolutamente nada de lo que se usó en el velorio ni un clavito siquiera ni un pedacito de mecahila, todo se tiene que enterrar con el difunto porque hay la superstición, que de no hacerlo, en poco tiempo se muere otro de los integrantes de esa familia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario