(Anecdotario)
Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde (+)
Otro de los hermanos Trani que también tenía divertidas anécdotas, fue Roberto Trani, mejor conocido como Beto Trani. Como todos ellos era bien parecido y sumamente velludo del pecho, espalda, brazos y casi hasta las manos. El no era muy alto, pero no negaba la cruz de su parroquia; aunque ligeramente apiñonado de la piel, a leguas se notaba la mezcla de su sangre. Estuvo casado breve tiempo con una señorita de la Ciudad de México, la que no se adaptó bien, no se si a las costumbres de Ometepec, o a las tacañerías de Beto, pues era muy conocida su fama de ‘’codo’’. Roberto Trani era poseedor de una pequeña fortuna, la cual había sido lograda a base de sacrificios, pero se decía que era cuantiosa, porque lo que guardaba en efectivo, lo aumentaba prestándolo a rédito. Además tenía una buena cantidad de ganado vacuno, y por lo regular, la ordeña de sus vacas la llevaba a cabo en el patio de su casa. Y precisamente hay varias anécdotas con referencia a las vacas, que hicieron muy popular a Beto Trani.
Decían que un amigo que visitaba regularmente a Beto, vio a una de las vacas que permanecía amarrada en el patio y le preguntó:.
-Oye Beto, y que tal con esa vaca, yo quiero comprarte una pero de las mejores que tengas-.
-Puej ejta todoj loj diaj me da una cubeta de leche.
-¿De veras Beto?
-De veraj, mano-.
Se arreglaron en le precio, el interesado pagó a Beto la cantidad que este le pidió, y feliz de la vida se llevó jalando la vaca hasta su casa, soñando con obtener con la ordeña una cubeta de leche todos los días.
Con suma decepción observó al día siguiente, al ordeñar la vaca, que la leche no llegaba ni siquiera a la octava parte de la cubeta. Lleno de coraje tomó la reata, la colocó en el pescuezo del animal y se dirigió hacia la casa de Beto Trani, para devolverle la vaca por haberlo defraudado. Al llegar y reclamarle, sin inmutarse Beto le contestó:
-Yo no te engañé, mano. Tú me preguntajte que cuanto me daba de leche la vaca y te rejpondí que una cubeta, y no te dije mentira porque si ej verdad, orita te voa’enseñá la cubeta que me llena deleche ejta vaca todoj los diaj.
Acto seguido, Beto fue a la cocina, tomó una cubetita cuya capacidad no llegaba ni el medio litro, regresó a donde lo esperaba el comprador frustrado y ceremoniosamente se la mostró, diciendo:
-Mira como no te dije mentira, ejta ej la cubeta que me da de leche todos loj diaj la vaca. Tu no me preguntajte, de qué tamaño era…así que yo no te engañé.
Y terminando de decir esto se recostó tranquilamente en su hamaca, dejando al hombre trabado de muina.
Beto también era dueño de una vaca color ‘’meco’’ (en la costa le decimos así a lo que se ve sucio). Estando un amigo con él, este le comentó:
-Mira Beto, , ahí vienen tus vacas, la mequita es la más bonita.
-No, esa no se llama mequita, esa se llama me da, porque todoj loj diaj, me da seij litrok de leche y no me quita nada.
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