(Anecdotario)
Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde
PERSONAJES PINTORESCOS.
Hablar de los personajes pintorescos de mi pueblo es tener suficiente material para llenar muchas páginas. Comenzaré con uno muy popular y que más historias hizo en Ometepec en la década de los veinte y los treinta, al que se le conoció simplemente como ‘’Toño Pitero’’.
Este hombre debe haber nacido como por 1870 aproximadamente, y según se decía en Ometepec, había llegado desde principios del siglo pasado y compró una gran extensión de terreno allá por lo que antes eran ‘’las afueras’’ del pueblo, exactamente donde hoy se encuentra ubicada la tienda del ISSSTE.
Toño ‘’pitero’’ era un hombre de estatura mediana, complexión robusta tendiendo a ser obeso, y caminaba meciéndose de un lado a otro, como si fuera un buque en alta mar. Toño había nacido por el rumbo de Azoyú, en alguno de los pueblos cercanos, no se bien si en Zoyatlán o Cuanacatitlán. Era de piel muy morena, pelo completamente lacio cortado a rape, y cuando le comenzaba a crecer, parecían púas de salían sobre su cabeza, además de que sus facciones eran muy toscas.
En los años treinta, este hombre aparentaba tener unos sesenta años. En el terreno que había comprado construyó una casita de adobes, con la clásica figura de todas las casitas que se usaban en el campo: de una sola pieza, con tres corredores a los lados y en la parte de enfrente, la puerta de entrada. En uno de los corredores había un gran bracero donde preparaba sus alimentos, y a un costado de la casa, hizo un horno para cocer ahí las piezas de alfarería que elaboraba. Toño ‘’pitero’’ había sembrado su terreno con muchos árboles frutales; recuerdo que en esa huerta había palmas de coco, (infaltables en las huertas de mi tierra) mangos, nanches, guayabas, frailecillos, ciruelas, zapotes y mameyes; de manera que ir de paseo a ese lugar, constituía un momento agradable, saboreando las frutas de la temporada además de regresar a casa llevando suficiente fruta que habíamos comprado.
Este paseo era divertido e interesante, porque así podíamos apreciar mejor el trabajo que realizaba Toño, y que daba origen al mote de ‘’pitero’’, ya que en su terreno había mucho barro y con él realizaba diversas figuras, aunque su especialidad era hacerlos en tamaños pequeñas como gallitos, gallinitas, patitos, palomitas aguilitas, borreguitos, burritos, etc. a las que Toño ponía un silbato, hecho de barro también y por lo que los chamacos comenzaron a llamarle a estas figuritas de barro ‘’los pititos de tío Toño pitero’’.
Ahí mismo en su casa, sobre un petate, exhibía el producto de su trabajo, pintado todo con fuchina de colores chillantes. El amarillo, el verde, el rojo, y el naranja, eran sus colores favoritos. Cuando ya era mayor, y los muchachos léperos gritaban al verlo ‘’Allá va Toño Pitero’’, él se
enojaba y alegaba que él no era ‘’pitero’’ porque ‘’Yo hago jeguras, no pitos’’, sólo que ‘’Toño jeguras’’ no tenía la resonancia del apodo de ‘’Toño pitero’’. Por más que peleabay alegaba cual era su verdadero trabajo y la diferencia que había entre ‘’pititos y jeguras’’, nunca logró que se le cambiara el nombre, Para todos fue y seguirá siendo ‘’Toño pitero’’.
Este personaje tenía otra faceta completamente diferente y esta, cuando ya estaba muy anciano, fue la que le dio mayor popularidad entre nuestra gente: la de peluquero. Toño, era dueño de un equipo para este oficio; contaba con una cajita de madera en la que guardaba el espejo para sus clientes, la maquinita de rasurar, la navaja, el peine, la tijera y ‘’el chambelán’’ que era como le llamaba Toño al recipiente donde se depositaba agua para que, presionando una perilla de hule, se rociara el pelo. Por lo regular le agregaba un poco de agua de Florida, para que oliera bien. Era un aroma tan peculiar, que a estas fecha son he podido olvidar ese olor.
(Continuará)
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