viernes, 27 de junio de 2014

RECORDANDO MÁS Y MÁS

(Anecdotario)

Angelina Díaz Pamplona Vda. de Valverde (+)

En otra ocasión una señora quiso vacilarlo para reírse a costillas de él, y lo esperó a que pasara por su casa. Cuando vio venir a Brachi lo llamó con insistencia y le dijo que el presidente municipal le había dado el encargo de que le avisara que ya lo tenían anotado en la lista de los que bailarían la ‘’Danza de los Apaches’’ y que tenía que presentarse todas las noches en la explanada del palacio. Nuestro personaje de inmediato comprendió, que la señora en cuestión quería reírse de él y ya hirviendo de coraje le contestó: ‘’Yo-yo-yo- yo no vo-vo.voá salí de apa de apache…yo-yo-yo v ovo voá salí con ujté y con loj tlaminquej…ujté de vieja del bote, al fin que-que-que ya ya ya no le va- van a poné almohada en laj nalgaj po-po-porque ya laj tiene ujté grandej…ni crinej en la cabeza porque ya la tiene ujté blanca…y y y yo detraj de ujté con el jón-jón….’’ Con esta respuesta la paisana nunca más se le ocurrió volverle a hacer otra bromita de esas a Brachi.
Ahora les contaré del señor Onésimo González Reyes, quien no nació en Ometepec, pero aquí vivió mucho tiempo y aquí se casó con la señorita Isabel López. Este hombre fue más conocido como ‘’Machín’’ aunque ignoro a que se debía su apodo, y decía ser originario de la ciudad de Oaxaca, pero en mi terruño fue era considerado como un ometepequense más, porque en ese tiempo era quien mejor sabía bailar ‘’La Danza de la Tortuga’’. Quien baila dentro de ‘’la tortuga’’, se mueve cadenciosamente, va vestido con un gabán, máscara y sombrero, además persigue a la gente para empujarla con la cabeza de ‘’la tortuga’’, que está apoyada en un larguísimo pescuezo retráctil….y como ya les dije, nadie como él para bailar ‘’la tortuga’’, por lo que la paisanada comenzó a llmarale ‘’Machín tortuga’’.
Otro personaje muy popular en el bello nido fue ‘’Juan Garabato, el hombre que compra caro y vende barato’’ como él mismo se anunciaba.
Este hombre llegó a Ometepec en 1968 y aparentaba unos sesenta años de edad. Era chaparrito, tez blanca, ojos azules, y por la forma y tamaño de su cabeza, se podía intuir que era yucateco. Además en la frente tenía una hendidura, como si le hubieran aplastado con un tubo, pero él alegaba que por tanta sabiduría, la cabeza se le había hecho así.
‘’Juan Garabato’’ decidió quedarse en Ometepec e instalar un puesto de cuentos y revistas ya viejas, y se le hizo fácil colocarse en el corredor de la casa de las señoritas Romero, seguramente por lo céntrico. Eran días del mes de marzo, cuando se celebran los viernes de Cuaresma. Un día domingo, Juan estaba emocionado gritando para llamar la atención de los que por ahí pasaban, anunciando su mercancía y para esto usaba un coco seco y vacío con un hueco en el medio, lo que le hacía la voz grave ‘’pasen, pasen y escojan la revista que les agrade; entreténgase leyendo lo que le ofrece Juan Garabato, el que compra caro y vende barato’’.
Los chamaquitos comenzaron a arremolinarse y a escoger los cuentos de Kalimán, Memín Pinguín, que eran los más solicitados. Los chamaquitos hasta hacían cola para leer el cuento de su
preferencia- En esas estaban, cuando llegó una de las señoritas Romero y con palabras altisonantes exigió que su corredor fuera desocupado en el acto, porque ‘’No vamos a tolerar intromisión alguna en nuestra propiedad y menos de uno de tu calaña’’ le dijo.
‘’Juan Garabato’’ le suplicó que le permitiera permanecer ahí por lo menos lo que restaba del día, mientras encontraba otro lugar donde instalar su puesto, pero no hubo argumento que le valiera, porque de pronto la señorita se metió a su casa y regresó con una cubeta de agua y sin mediar palabra se la aventó a Juan cayó encima de sus cuentos y revistas. ‘’Juan Garabato’’ suspiró y casi a punto de llorar dijo ‘’torres más altas he visto caer, al tiempo que recogía lo poco que había quedado sin mojarse.
La noche del jueves siguiente a este desagradable suceso, ocurrió una tragedia en donde perdió la vida la señorita Elena, precisamente la que había insultado y corrido a Juan del corredor de su casa. Yo ya me había dormido cuando escuché a mi primo el doctor Martín Baranda, gritarme que saliera de mi casa y que sacara a mis hijos, porque se estaba quemando la casa de las Romero (actualmente propiedad de don Manuel Guzmán) ya que como nosotros vivíamos enfrente, el peligro era latente. Ese incendió acabó completamente con una de las casas más elegantes del terruño hasta principio de siglo. Una casa de altos que tanto enorgullecía a sus propietarios, terminó convertida en cenizas, salvándose las señoritas Adolfina y Elisa, dos de las tres hermanas ya ancianas, que la habitaban.
La gente de Ometepec comenzó a decir que se había cumplido la ‘’profecía’’ de ‘’Juan Garabato’’ y a partir de ese día, muchos paisanos que se reían de él, comenzaron a tolerarlo y hasta respetarlo.
Juan siguió viviendo en Ometepec muchos años más. Su puesto a veces aumentaba y otras disminuía, pero eso sí, él siempre mantenía el ánimo en alto y con su bocina de coco, no dejaba de ofrecer su mercancía más que animado.
Un día este hombre tuvo la suerte de que la señora Laura del Rocío Herrera de Aguirre, esposa de nuestro distinguido paisano Ángel Aguirre Rivero, se percatara de su triste situación, cuando en uno de sus viajes al bello nido, lo observó durmiendo debajo del puente de la Hontana. Como siempre ha demostrado ser una dama de nobles sentimientos, de inmediato dispuso las cosas para que Juan fuera trasladado a la ciudad de Chilpancingo, con la finalidad de proporcionarle techo, ropa y alimentos.
Años después me enteré que Juan había pasado a mejor vida, pero su recuerdo permanece en la mente y corazón de muchos ometepequenses, que tuvieron oportunidad de conocerlo.

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