lunes, 26 de mayo de 2014

RECORDANDO MÁS Y MÁS

(Anecdotario)

Angelina Díaz Pamplona Vda. De Valverde

El Barrio de San Nicolás ofrece una de las mejores vistas de mi pueblo natal, y adquirió su nombre por la capilla en la que se venera a San Nicolás de Bari. Mis paisanos aseguran que San Nicolás es muy milagroso, pero también que es muy delicado, porque si por alguna razón no se le cumple a tiempo alguna promesa hecha, el ‘’castigo’’ no se hace esperar; es por esto que anteriormente, la paisanada solía decir ‘’ya me está azotando San Nicolasito’’, Como les decía este santo tiene muchos seguidores y aun cuando la celebración que algunos sacerdotes han considerado pagana (léase la Danza del Toro de Petate) se tenga que dejar para el día 11 –esto es un día después de la fecha exacta- todo se hace con el mismo entusiasmo de siempre.
Los vaqueros ensayan con varios meses de anticipación, pues ellos son parte importante en la danza. Esta danza que es única en nuestra tierra, nació aquí en este barrio en honor a San Nicolás. Del hombre que se encarga de bailar al toro debe alimentarse bien previamente, pues dicen que pesa muchísimo, y aunque los participantes estén pagando alguna promesa, no es posible que un solo hombre pueda estar cargando horas y horas el toro de petate; así qué, en determinados momentos es sustituido por el monteador, ese personaje vestido con prendas de gamuza que luce el atuendo con mucho garbo.
En la década de los años treinta había un hombre llamado Cele Pinzón, que fue quien más popular se hizo interpretando al personaje más importante en esta danza (claro, después del toro y el Terrón) que es el Monteador. Cele no era oriundo de Ometepec, pero tenía muchos años viviendo aquí. Recuerdo que trabajaba en ‘’la cuadra’’ como le decíamos al sitio donde se hallaban los policías, que resguardaban la cárcel municipal, y debe haber tenido algún cargo de importancia porque muchas veces, en vez de huaraches, se le veía usando ‘’facos’’ o polainas, tipo de calzado que los policías sólo utilizaban cuando ascendían a comandantes. Pero cuando Cele Pinzón representaba el papel del Monteador, entonces su ropa era diferente: usaba chamarra y chaparreras de piel, botines de charro y el clásico sombrero que estos usan. Como el hombre era de estatura alta y de complexión delgada, no se veía mal con la vestimenta que llevaba, además él se sentía la figura más importantes, el galán dentro del grupo de personajes que participan en esta celebración; aunque en fondo, Cele sabía que la importancia mayor recaía sobre El Terrón y el toro.
El día que saldría el toro, desde la madrugada se oía el sonido de un cuerno que llegaba de un lugar lejano, pero se oía perfectamente en toda la población y esto ponía alerta principalmente a los chiquillos, que emocionados ya no se dormían esperando la hora de que El Terrón saliera, cosa que ocurría como a las 9 de la mañana, cuando este enmascarado comenzaba a proponer el toro casa por casa, para su venta.
En cada comercio del centro hacía la misma operación de compraventa, este personaje que por vestimenta llevaba un saco negro y viejo, pantalón de mezclilla, huaraches, un sombrero con adornos de hojas de mazorcas, y una máscara negra hecha de madera con una tremenda bosa chueca, de ahí que los chamacos le gritaban ‘’Terrón boca de lada, come gallina a la madrugada’’.

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