martes, 20 de mayo de 2014

RECORDANDO MÁS Y MÁS

(Anecdotario)

Angelina Díaz Pamplona Vda. De Valverde (+)

Cuando ya era una anciana se dedicó de tiempo completo al servicio de la iglesia. Después de la santa misa y comulgar, revisaba primero el altar mayor para ver como andaban los floreros; luego seguía con el Sagrario, después iba a donde estaba el ‘’Santo Entierro’’; enseguida a Jesús Nazareno y sin olvidar jamás a ‘’La Magalena’’ como ella le llamaba a María Magdalena. Estos eran los santos de su devoción, por eso a ellos jamás les faltaban las flores pues la tía Celsa una vez que había hecho la revisión de los altares, se dirigía a las casas donde sabía que había jardín y conseguía lo que hiciera falta.
Ella nunca pidió la limosna, sino que gente caritativa siempre le proporcionó comida y muchas otras personas le dieron tanto para sus enaguas que usaba muy amplias y largas, como para el saco que se ponía encima de la camisa que las gentes del pueblo usaban. Tía Celsa era muy platicona; comentaba todo lo que le sucedía en el templo y lo más simpático era el eterno ‘’pleito’’ qué, según ella, traía con el Padre Andrés, pues aunque la pobre anciana tenía mucha devoción por el ‘’Santo Entierro’’ y por Jesús Nazareno, su preferida era María Magdalena…y aquí era donde chocaba con el Padre.
La Asociación de las Magdalenas la componían, en su mayoría, mujeres de raza negra y por lo regular, que habían sido de la ‘’vida galante’’; esto era precisamente lo que defendía tía Celsa y lo que reprochaba el Padre. La anciana repetía hasta el cansancio que ‘’Si la Magalena cuando ejtuvo en ejte mundo fé muy alegre y se vejtía con mucho encajej y alhajajy hacía mucho juandango ¿Porqué nosotroj no íbamoj a sé igual que ella?’’ .
Por lo regular, la Mayordoma de esta festividad que es el 22 de julio, siempre era una de las vecinas de tía Celsa, que vivían exactamente atrás de la iglesia, de manera que cuando coemnzaba el novenario, que las ‘’Magalenas’’ realizaban con música, ‘’Juandango’’ y cohetes, también comenzaba la contrariedad del señor Cura, quien no podía evitar que esa gente festejara a su manera a esa santa con la que ellas se identificaban y el religioso se irritaba más aún, cuando tía Celsa narraba, a su manera, la vida de María Magdalena y el desacuerdo en cuestión, pues decía ‘’El cura no tene porqué metése con ellaj…¿queren bailá?...¡que bailen! Así le dan gujto a su patrona’’.
Y cada año era la misma historia, pero ni así logró el Padre Andrés quitarles esa costumbre. La enramada la hacían cada vez más grande y el fandango, más animado. Las memelitas de manteca pintadas de color de rosa, el atole de fiesta con olor de anís de estrella y pimienta de Choapa, son detalles que caracterizaron los festejos de ‘’La Magalena’’ y que difícilmente podremos olvidar, sobre todo porque la tía Celsa se encargaba de que se repartiera todo esto a las amistades de ella, principalmente a quienes le regalaban diariamente las flores para los altares y sus alimentos, por esta razón probábamos tan deliciosos antojitos, Esto era lo que se acostumbraba la víspera del día
22 y el mero día del festejo hacían un sabroso mole de guajolote, que se repartía a casi todo el pueblo, sin faltar desde luego, la tradicional ‘’chicha curada’’.

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