En los 6 años del plantel Juan Álvarez, 4 niños ganaron Olimpiada del Conocimiento En la primaria hay aún piso de tierra; 6 maestros atienden a 128 niños |
Las seis aulas de 10 metros cuadrados que hay en la primaria Juan Álvarez, en Ometepec, Guerrero, funcionan al mismo tiempo como bodegas: los 128 alumnos indígenas (amuzgos y mixtecos) que ahí estudian comparten el espacio con bultos de cemento, tanques de gas, varillas y polvo, pues su escuela está en obra negra. Cajas de cartón sirven de archiveros y el patio es de tierra. Aun así, en los ocho años que lleva de existir, cuatro de sus estudiantes han ganado las Olimpiadas del Conocimiento haciéndose acreedores a una beca de mil 500 pesos mensuales: Ivonne de la Cruz Galindo, en 2008, Guadalupe Hilario Chávez en 2011, Adán Ruiz de la Cruz, en 2012 y Mayte de la Cruz Galindo en 2014. Y Eric Peñalosa, quien asistió a simposios sobre derechos humanos en Chilpancingo, y a otro sobre bullying en Guerrero. Todos han sido alumnos de uno de los seis maestros del plantel: Alejandro Herrera, quien recuerda que en 2006 los niños debían asistir a clases a la intemperie. Los maestros los reunían alrededor de árboles del tipo ficus para tratar de mitigar los alrededor de 32 grados que se sienten en ese municipio la mayor parte del año. “Las otras escuelas nos donaban bancas, pizarrones, libros y hasta gises, después empezamos a hacer cuartitos de lámina y cartón que servían como aulas”, contó a La Razón. Desde ese entonces y pese a las carencias, inculcó a sus alumnos la idea de participar en las Olimpiadas del Conocimiento para mandar el mensaje de que los indígenas pueden salir adelante. “Yo les digo a mis muchachos que no se achiquen. Queremos mandar el mensaje a nuestros alumnos de que con dedicación pueden salir adelante”, expresó. Por el camino terregoso. Los niños van al colegio con huaraches y sin uniforme. “Sería mucho pedirles”, dice el maestro. Él y sus otros cinco compañeros profesores hablan amuzgo, mixteco y castellano. El método de enseñanza-aprendizaje consiste en que los niños aborden el conocimiento a través del juego, con mecanismos afectivos, intelectuales y expresivos. “Parte del éxito que hemos conseguido es porque los profesores conformamos una hermandad; proponemos diversas estrategias para que los menores entiendan las clases de una manera sencilla”, consideró. Para llegar a la escuela, asentada en un predio de 40 por 60 metros cuadrados se debe atravesar por un campo abierto, terregoso, donde los pies se hunden a cada paso. Lo primero que se ve son albañiles voluntarios que, a su manera, construyen una cocina y un comedor. Media cancha de basquetbol, “porque no alcanzó el material para acabarla”, completa el cuadro. Atrás de las aulas tres mujeres frente a comales, anafres y cazuelas sobre troncos de leña preparan desayunos, almuerzos y comida para los estudiantes, cuyo horario escolar es de 8:00 a 16:00 horas. Atole de avena con una galleta y una fruta el desayuno. El almuerzo, que cuesta ocho pesos, consta de frijoles, arroz o huevo revuelto. Por comida, enchiladas o bistec, o caldo de pollo o pescado. Asiste a Palacio NacionaL. Mayte de la Cruz Galindo recuerda emocionada cuando el pasado 15 de agosto el Presidente Enrique Peña Nieto recibió en Palacio Nacional a los ganadores de la Olimpiada. Su hermana, Ivonne, ganó en 2008 y también viajó al DF para un encuentro con el entonces presidente Felipe Calderón. “Me dediqué a estudiar a conciencia y las dudas las consultaba con mi maestro, quiero seguir estudiando como mi hermana, ella está a punto de terminar la carrera de odontología”, explicó Mayte. En la convivencia con el Presidente, entabló relación con otros niños: “Me decían que se apoyaron en su sala multimedia y que acudían a la biblioteca de su escuela, y cuando me preguntaron cómo me prepare les respondí que con un proyector y mis libros yo sólo me imaginaba que eso de la sala multimedia era un lugar con muchas computadoras”. Ana, alumna mixteca, de primer grado, quiere seguir los pasos de los ganadores de su plantel: “Quiero ser inteligente, porque en sexto te hacen un examen y si lo pasas te llevan a la Ciudad de México para saludar al Presidente y tener dinero para estudiar”. Lo que más le gusta de la escuela es el desayuno: “Siempre tengo hambre y de lunes a viernes me dan atole y galletas, la fruta me la guardo para el recreo porque no tengo ocho pesos para pagar el almuerzo, entonces me espero a la comida. Un día nos dieron enchiladas de mole, a veces nos sirven pollo o carne en chile, depende de lo que hagan las señoras (madres de familia) que cocinan atrás de los salones”. |
martes, 2 de septiembre de 2014
Forman a alumnos de excelencia entre bultos de cemento
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